Los REA en el aula: un complemento doblemente efectivo

 

No creo en fórmulas mágicas aplicadas a la Educación. Cualquier docente que esté a pie de aula sabe que no siempre le funcionan los mismos recursos. El éxito de un curso puede ser un rotundo fracaso al siguiente. Incluso el mismo año, lo que funciona con un grupo es rechazado por otro, sin que hayamos cambiado el contexto. Pero lo que sí sabemos es que lo mecánico, lo previsible, mantiene al alumnado sumido en un letargo que les lleva a la apatía o, aún peor, al rechazo absoluto ante cualquier actividad académica y, por ende, al fracaso.

Hace varios años que ando ocupada en la búsqueda del equilibrio perfecto, combinando actividades motivadoras con otras más tradicionales, tareas individuales con trabajos cooperativos, exposiciones – a veces más “teatralizadas” que “magistrales”-  con metodologías activas, propuestas lúdicas junto a otras incluso memorísticas o más sistemáticas…  En definitiva, como tantos compañeros, haciendo malabares para atraer la atención de los alumnos a la vez que intento conseguir que aprendan y sean capaces de responder de forma adecuada ante una sociedad compleja, que cambia vertiginosamente y en la que cada vez se nos exige a todos mayor capacidad de adaptación, sentido crítico e iniciativa. Y fue así como salieron a mi encuentro los Recursos Educativos Abiertos (REA) del Proyecto EDIA de CeDeC.

 

A principios del curso 2018-19, en el IES “Jarifa” de Cártama (Málaga) nos encontramos sin libros de texto suficientes para trabajar con los numerosos grupos de 2º de ESO y en breve teníamos que hacer frente a una evaluación inicial cualitativa, es decir, en la que había que hacer una valoración general del rendimiento del alumnado sin llegar a una calificación numérica. A estos ingredientes les sumamos otros tres: mi interés por seguir aprendiendo a aplicar ABP y técnicas de aprendizaje cooperativo en el aula; un solo compañero de departamento con el que coordinarme en el mismo nivel y dispuesto a confiar en mí y, sobre todo, una propuesta didáctica que venía avalada por una profesora de Lengua y Literatura a la que admiro y sigo desde hace años, Itziar López, que compartía en redes sociales su adaptación del REA de Primaria “Tiene truco” bajo el sugerente título de Somos un equipo”.

 

La aplicación del REA logró dos efectos claros. En primer lugar, la motivación y agradecimiento explícito por parte del alumnado porque el curso comenzó con algo distinto al típico examen estándar, descontextualizado, que “no cuenta en la nota, ni sirve para nada”. Tampoco era el típico repaso de contenidos básicos del curso anterior que aburre hasta las ovejas y frustra al profesor al comprobar con qué facilidad han olvidado conceptos que en junio estaban más que machacados, así que yo también estaba agradecida por el cambio de dinámica. Pero estos factores sólo eran parte de la ventaja de iniciar el año escolar con un proyecto de este tipo. La otra parte fue la consecución de una evaluación inicial, desde mi punto de vista, más rica, por real y humana, con la que pude observar las fortalezas y debilidades de cada estudiante, las dinámicas del gran grupo y de los equipos más pequeños, quiénes eran los líderes naturales, los artistas, los que preferían seguir instrucciones… Y sobre estas observaciones me fue más fácil planificar otras propuestas didácticas y actividades conforme fue avanzando el curso.

 

Llegó la primavera y el calor y, con ellos, la necesidad de hacer el “cambio de armario” en la temporada pedagógica. Veníamos de adentrarnos en el apasionante mundo del análisis sintáctico, a través del libro de texto, con sus ejercicios de toda la vida y las interminables combinaciones de sintagmas que, como muñequitas rusas, aparecían por sorpresa al principio pero, a fuerza de repetición, empezaban a parecer mecánicos y, sobre todo, alejados de utilidad en la vida cotidiana. Sí, como las oscuras golondrinas, regresó la pregunta de cada año: “¿y esto para qué sirve?”.

Como respuesta, encontré otro REA: la adaptación deSomos periodistas propuesta por Sergio Mata aunaba el siguiente contenido previsto (los textos periodísticos) con un enfoque de gran actualidad (8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, y los últimos casos de violencia machista) y la aplicación práctica de la sintaxis (las “6W” requieren un sujeto claro y un predicado bien cargado de circunstanciales que, si no se combinan bien, llevan a las “fake news”, titulares confusos o a noticias deliberadamente tendenciosas). Como no me había ocurrido otros años, valoraron el uso de la voz pasiva cuando el agente no es importante o el medio quiere restarle protagonismo, reflexionaron sobre la utilidad de la sintaxis cuando se quiere mover el foco hacia determinados puntos de interés y sufrieron la dificultad de hacerlo de forma disimulada o ajustándose a un espacio limitado para sus propios titulares. La pregunta se respondió “sola”.

 

Con el cambio de curso llegó también un inesperado cambio de centro y, por tanto, de contexto. Sabía que los REA eran un recurso que quería mantener conmigo y muy pronto lo compartí con mis nuevos compañeros de departamento del IES “Pablo Picasso”, en Málaga capital. Desde el primer momento vi en mi nuevo centro un instituto abierto al cambio. Lo dice su propio lema “Picasso se mueve, Picasso se transforma”, con el que se celebra este año su 40 aniversario, y lo avala el Premio de Educación para el Desarrollo Vicente Ferrer 2019, recién otorgado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid). Vía libre a la aplicación de REA, por tanto, pero quería hacerlo bien coordinada con mis nuevos compañeros. Pensé repetir “Somos un equipo” en 1º de ESO, pero aplicar un proyecto en seis unidades más tres grupos de desdoble requería la implicación de hasta cinco compañeros. Demasiado ambicioso para empezar. Mejor 3º de ESO, donde los cuatro grupos se reparten entre tres docentes y yo tengo dos de ellos.

Con la intención de facilitar la aplicación de un REA que no nos llevase más de dos semanas, realicé mi propia adaptación de “Las lenguas que nos rodean, a partir de la propuesta de Blogueando y aprovechando el tirón de la serie “Malaka”, ambientada en nuestra ciudad y que había despertado cierta polémica por las peculiaridades de nuestra habla. La aplicación se retrasó por diferentes motivos y me estaba resignando a no hacerla, porque no quería emprender en solitario.

Pero el contexto se imponía. De mis dos grupos, uno estaba funcionando a las mil maravillas y el otro… El otro era un poco desastre. Para empezar, había intentado un trabajo en equipos cooperativos en el que cometí el error de dejarlos agruparse libremente. No funcionó, claro. Y se me quejaron. Luego seguí el libro de texto, a pesar de que no me gusta la propuesta didáctica de la editorial, pero pensando en que ellos querían un material más tradicional, un referente teórico y práctico claro y más al uso. Nuevo naufragio.

A principios de noviembre, en este grupo, no aprobaba la materia más del 30%. Sólo me quedaba probar el REA que tenía bajo la manga y poco que perder. Sinceramente, estaba ya un poco frustrada y esperaba, de nuevo, mal resultado. Pero había que intentarlo.

 

Para más inri, el grupo no tenía proyector en clase y la dotación de dispositivos con los que cuenta el centro es bastante escasa y, para colmo, obsoleta. Lo primero se solucionó con un cambio de escenario: las clases de Lengua se trasladaron a la biblioteca, donde nos sentaríamos en pequeños grupos y, esta vez, organizados según mi criterio. Eso ya los descolocó bastante. El segundo problema se solucionó con una planificación muy clara de qué tareas digitales había que hacer en casa. Cada grupo debía acordar en clase su contenido y asignación, de manera que todos tenían que hacer al menos una.

Mi sensación durante la aplicación fue que las sesiones se hacían más cortas porque eran más dinámicas. En cada clase había alguna tarea que resolver y ellos estaban más activos que de costumbre. La tendencia se había invertido totalmente y ahora el índice de aprobados subía hasta superar el 80%.

En “Somos un equipo” ni me lo planteé y en “Somos periodistas” mantuve la realización de los exámenes tradicionales para garantizarme que los contenidos quedaban consolidados. Pero con este REA me quedaba la duda de si lo vivido en clase era una falsa apariencia de aprendizaje y sabía que no podía “estropear” el cambio de dinámica, que ahora disfrutábamos, con un examen al uso. Así que cerré el proyecto con una última actividad voluntaria y anónima: un formulario en el que valoraran con sinceridad su experiencia con este trabajo.  Ahí van algunos datos:

  • el 81% afirma que con este REA ha adquirido nuevos conocimientos (bastantes, para el 70%).
  • al 85% le parece que el proyecto ha hecho más interesante y entretenida la asignatura.
  • el 74% dice que con esta manera de trabajar se logra que el alumnado sea más participativo en clase.
  • más del 90% prefiere este enfoque práctico más que teórico.
  • y más del 70% puntúa globalmente el proyecto con más de un 8 (un 37% lo califica como sobresaliente).

En conclusión, la aplicación de los REA en el aula me parece un complemento doblemente efectivo. “Efectivo”, en el sentido de “real  y verdadero, en oposición a quimérico o dudoso”, tal y como apunta en su primera acepción el Diccionario de la RAE. Pero también “efectivo” en su segundo significado, en el de “eficaz”, pues considero que combinado con otras propuestas didácticas me ayudan a lograr el equilibrio que tanto valoro en mi práctica docente y del que hablaba al principio de este artículo.

 

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