¿Por qué uso software libre… y te recomiendo que también lo hagas?

 

Cuando me plantearon que escribiera un artículo contando por qué uso software libre me puse a pensar razones y encontré que respondían a motivaciones de diverso tipo: económicas, éticas, pedagógicas, filosóficas, prácticas, que se iban entremezclando desde la perspectiva de maestro y  la de ciudadano.

También pensé que era importante definir claramente de qué hablamos cuando nos referimos a software libre y por eso me pareció importante comenzar con una referencia histórica y una definición breve pero clara.

Un poco de historia del software libre

Vamos pues con un cronograma sintético: en los inicios de la informática, cuando la idea del ordenador personal estaba lejos hasta de las mentes más visionarias, el software estaba tan ligado al hardware que se distribuía junto con las máquinas sin que a nadie se le ocurriera pensar en comercializarlo por separado. De hecho no existía  la noción de software libre ya que lo habitual era que fuera libre por naturaleza y se mejorara de forma abierta en congresos y encuentros especializados.

A principios de los 70 se produjo un cambio radical cuando IBM anunció que empezaría a vender su software de forma separada. Se acabó el acceso al código fuente y su discusión en foros públicos. La política de patentes y acuerdos de confidencialidad estableció un nuevo modelo de negocio en el que el software se empezó a distribuir ya en las versiones compiladas que sólo podían entender las máquinas, eliminándose el acceso al código fuente y sancionándose cualquier intento de averiguar cómo estaba construido un programa. Además, dado que ese modelo de negocio empezó a producir grandes beneficios, la industria acaparó a  una gran parte de los programadores e investigadores que vieron como el modelo anterior de construcción del software se desmoronaba.

Esta situación no se modificó hasta mediados de los 80 en la que Richard Stallman, hacker muy brillante que prestaba sus servicios en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT, lideró la creación del movimiento GNU apoyándose en la idea de que el código era un producto científico que debería estar a disposición de la comunidad. Esta postura le llevó a formularse una cuestión moral y rechazar los acuerdos de confidencialidad que se le obligaba a firmar  tal como él mismo cuenta en «El Proyecto GNU«:

«La elección fácil era unirme al mundo del software privativo, firmando acuerdos de no revelación, y prometiendo que no iría en ayuda de mi compañero hacker. Es muy probable que programara software que se entregaría bajo acuerdos de no revelación; incrementando, de esa manera, las presiones sobre otras personas para que traicionen a sus compañeros.

Podría haber hecho dinero de esta manera, y tal vez me hubiese entretenido escribiendo código. Pero sabía que al final de mi carrera miraría hacía los años en los que construí muros para dividir a la gente; y sentiría que usé mi vida para hacer al mundo un lugar peor».

A partir de ahí se concentró en la tarea de desarrollar un sistema operativo abierto, tarea que por cierto no llegó a culminar, y se preocupó de generar una licencia a la que denominó GPL (General Public License) una de cuyas características principales es su carácter “pegajoso” o viral: cualquier software desarrollado bajo licencia GPL puede modificarse libremente, pero no puede ser patentado ni cerrado. Se dio lugar así a lo que se llama copyleft, por oposición a las restrictivas normas impuestas por el copyright.

Antes de que Stallman culminara la tarea de programar un sistema operativo un grupo de hackers, trabajando desde la Universidad de Berkeley en California, consiguieron crear una versión totalmente funcional a la que denominaron BSD que se ha prolongado hasta la actualidad en lo que se conoce como Open BSD.

 

Pero fue la década de los 90 la que supuso el definitivo despegue del software libre como alternativa. Ello se debió a varios motivos:

  • Por una parte un estudiante finlandés, Linus Torvalds, desarrolló un kernel totalmente funcional que completaba el trabajo iniciado por Stallman.
  • Por otra, la aparición de Internet permitió ampliar la colaboración hasta límites insospechados hasta el momento, incrementando el número de programadores implicados en los desarrollos y conectados en tiempo real, faclitando la difusión de las novedades y las pruebas sobre los nuevos programas o funcionalidades.
  • Por último, un tercer elemento importante fue la aparición del concepto de distribución (conjunto de programas que integrado por aquellos del sistema operativo y aplicaciones para realizar tareas específicas adaptados a diferentes contextos de uso: arte, ciencia, educación, por edad, por idioma,…). Su gran ventaja es que permiten la instalación de los paquetes básicos pero dejando total libertad para incorporar otras aplicaciones que nos puedan ser útiles.

Vista la historia nos quedaría aclarar que es software libre, para lo cual tomo las consideraciones elaboradas por la Free Software Foundation. Se trata de una fundación creada por Richard Stallman  para potenciar el desarrollo del software libre que estableció, apoyándose en planteamientos parten de consideraciones de tipo ético / filosófico, las cuatro libertades fundamentales para poder considerar que un software es libre. El razonamiento básico es:

“Cuando los usuarios no controlan el programa, el programa controla a los usuarios. El programador controla el programa y, a través del programa, controla a los usuarios. Un programa que no es libre, llamado «privativo», es por lo tanto un instrumento de poder injusto

Por tanto, el «software libre» es una cuestión de libertad, no de precio. Para entender el concepto, piense en «libre» como en «libre expresión», no como en «barra libre».

En términos generales, según la FSF y el movimiento GNU, un programa puede considerarse software libre cuando el usuario puede copiar, distribuir, estudiar, modificar y mejorar el software, de forma que sean los usuarios individuales o la comunidad quienes dominen el programa. Formalmente estas libertades se enumeran de la siguiente manera:

  • La libertad de ejecutar el programa para cualquier propósito (libertad 0).
  • La libertad de estudiar cómo funciona el programa, y cambiarlo para que haga lo que usted quiera (libertad 1). El acceso al código fuente es una condición necesaria para ello.
  • La libertad de redistribuir copias para ayudar a su prójimo (libertad 2).
  • La libertad de distribuir copias de sus versiones modificadas a terceros (libertad 3). Esto le permite ofrecer a toda la comunidad la oportunidad de beneficiarse de las modificaciones. El acceso al código fuente es una condición necesaria para ello.

Razones para usar software libre

A partir de este contexto puedo retomar la pregunta inicial y aportar algunas de las razones por las que uso software libre… y por las que recomiendo su uso en educación.

 

Comencemos por una cuestión pedagógica: ¿A alguien se le ocurriría enseñar a escribir solo con una marca de bolígrafo o de lápiz? Sin embargo, la enseñanza de las herramientas informáticas básicas de producción de contenido se enfoca mayoritariamente a usar una determinada marca de programas. ¿Cómo  se justifica esto?

La respuesta suele ser que se trata del “estándar de mercado”, lo cual tiene su parte de verdad pero oculta algunas cuestiones importantes. La primera es que,como siempre que hay una marca hegemónica ésta impone sus criterios reduciendo las posibilidades de intercambio y aumentando su posición de privilegio por lo que no estamos formando futuros ciudadanos y ciudadanas libres sino sometidos al dictado de las compañías líderes del mercado. No menos importante es que, admitiendo esa posición dominante, los docentes y el propio sistema nos convertimos en agentes que trabajan de forma gratuita como difusores de esa marca, ya que ponemos nuestro tiempo y nuestra capacidad al servicio de la formación de los  futuros usuarios en un ecosistema que les dificulta contemplar otras posibilidades.

El planteamiento cuando usamos software libre no se enfoca a enseñar a utilizar un determinado producto sino a identificar funcionalidades de una tecnología que se pueden expresar en software diverso basado en estándares libres y homologados. Se desarrollará así una visión global de los procedimientos que permitirá una mayor adaptabilidad a un entorno en constante cambio en el que no existe garantía de que una aplicación líder en el mercado actual siga existiendo cinco años después.

Por supuesto no podemos perder de vista razones económicas, ya que el uso de software libre reduce los costos. Gran parte del software libre se distribuye de forma gratuita y, al tener la libertad para copiarlo de manera legal, evita que las escuelas y las administraciones educativas tengan  que pagar una licencia por cada máquina en la que se instale la aplicación, lo cual se traduce en un enorme ahorro de recursos públicos.

Además, el ahorro en software se asocia a un ahorro en hardware al extender la vida útil de las máquinas. Distribuciones diseñadas para requerir muy pocos recursos nos permiten reciclar equipos que quedarían obsoletos porque no podrían soportar los requerimientos de las versiones más recientes del software privativo. Incluso podemos convertir los equipos de menores prestaciones en clientes ligeros (los llamados “thin clients” o “terminales tontos” capaces de mostrar con total agilidad aplicaciones que se están ejecutando en un servidor de red).

Pero no pensemos solo de puertas para adentro de la escuela. Si pretendemos implantar metodologías del tipo flipped classroom los motivos pedagógicos se entrecruzan con los económicos y con una perspectiva de inclusión, porque ¿cuántas familias podrían hacer frente a los costes que supone instalar legalmente el software privativo que se utiliza en el aula, incluso beneficiándose de licencias educativas? Desgraciadamente todavía seguimos viendo muchas propuestas didácticas en las que se solicitan productos en formato privativo. Posiblemente es el resultado inconsciente de la limitada visión impuesta por la propia formación de los docentes, pero deberíamos  tomar conciencia de que la opción por el software privativo es una barrera más que colabora a la exclusión social y al incremento de las diferencias culturales al dejar fuera del marco legal a quienes no pueden asumir sus costes

Sin embargo, la utilización de sofware libre, que podemos distribuir legalmente entre el alumnado, limita los costes al mínimo necesario para pagar los soportes físicos cuando no se pueda recurrir a la distribución desde la red.  En lugar de alentar la piratería del software se instaura un modelo de respeto a la legalidad y libre circulación de bienes culturales. Soy maestro que es una forma de decir que mi trabajo va más allá de “enseñar” una materia y por eso esta razón ética no es menor si tenemos en cuenta que cualquier comportamiento o actitud del docente tiene una componente de modelo de referencia para el alumnado.

Ante este argumento algunos oponen la política de determinadas empresas que regalan el software privativo permitiendo su distribución gratuita para uso escolar. Si bien eso elimina temporalmente el carácter discriminador del software privativo cabría preguntarse ¿qué ocurre cuando el estudiante sale de la escuela? ¿podrá seguir utilizando libremente las aplicaciones? ¿tienen los profesores acceso? ¿no se trata simplemente de una política de marketing para captar futuros clientes que aceptarán la inercia de continuar con aquellas herramientas que aprendieron a manejar en su etapa escolar? ¿tiene sentido que los docentes se conviertan en formadores gratuitos al servicio de grandes corporaciones para crear futuros clientes cautivos de las mismas?

Y ya que tocamos directamente el punto de la piratería no debemos perder de vista la responsabilidad legal que obliga especialmente a los equipos directivos de los centros. Por ejemplo la Comunidad de Madrid, que brinda la distribución MAX-Madrid Linux para su instalación en los centros, ha enviado un comunicado oficial a todos los equipos directivos en los que les indica que son los responsables ante cualquier inspección de que todo el software instalado sea legal, bien por por ser software libre o bien por contar con la preceptiva licencia en el caso de los privativos.

Desde un punto de vista práctico solo el software libre me permite realizar una elección libre de la herramientas con las que trabajar. ¿Qué ocurre si al empezar a usar un software privativo descubrimos que no satisface nuestras necesidades, que muchas de las funcionalidades que nos deslumbraron en una demostración comercial realmente no tienen demasiada utilidad o que el esperado soporte técnico es prácticamente inexistente? No nos queda más remedio que esperar para ver si la siguiente versión, por la que seguramente tendremos también que pagar una licencia, se adapta mejor y, mientras tanto, permanecer atados a ese software.

Si empleamos software libre no quedamos amarrados a un producto: simplemente, si el software no resulta adecuado lo cambiamos por otro producto distinto o encargamos unas modificaciones y creamos un producto adaptado. Y eso lo podemos hacer porque tenemos acceso al código fuente. Está claro que este trabajo de adaptación no resultará gratuito y habrá que valorar la relación coste beneficio, pero no hay que perder de vista que esta posibilidad abre un interesante campo de desarrollo social y tecnológico en la propia comunidad.

Y ya que entramos en el campo más puramente tecnológico tengo que reconocer que no he podido hacer uso de la libertad 1 ya que mi conocimientos de programación son inexistentes. Sin embargo me permite abrir una vertiente de motivos filosóficos y de seguridad: cada día son más frecuentes las noticias sobre intromisiones en la privacidad tales como el comercio con los datos personales, espionaje de nuestros hábitos, elaboración de perfiles tendentes a la manipulación de la información que recibimos, etc

¿Por qué confío entonces en un software que no tiene detrás el respaldo de una compañía identificable? ¿está protegida mi seguridad y mi privacidad? No voy a caer en la ingenuidad de pensar que cualquier producto de software libre tiene que ser seguro y respetuoso con mi privacidad. Sin embargo el hecho de que el código fuente esté disponible permite que la comunidad de usuarios detecte de forma mucho más rápida cualquier problema y pueda denunciar las prácticas inadecuadas o elaborar parches de seguridad que corrijan las deficiencias. En el caso del software privativo la detección se hace mucho más difícil al estar oculto el código fuente, por lo que la solución de los errores depende de los recursos y la voluntad de la compañía propietaria.

En cuanto al conocimiento libre y  los contenidos educativos queda claro que la forma más eficiente de facilitar su reutilización es elaborándolo con software libre. Así no solo garantizamos la distribución sino la reelaboración de los recursos educativos abiertos, adaptándolos a nuestro contexto a partir de los productos elaborados por otros colegas.

¿Alguien recuerda la enciclopedia Encarta? Durante unos años fue uno de los paradigmas de lo que una empresa centrada en el desarrollo de software privativo podía ofrecer al mundo educativo.

Su desaparición vino de la mano del surgimiento de una iniciativa de conocimiento libre, la Wikipedia, que está sustentada en su aspecto tecnológico por un conjunto de aplicaciones de software libre: desde los sistemas operativos de los servidores, pasando por los lenguajes de programación y bases de datos y la propia aplicación que los integra para permitir que la comunidad pueda generar y contrastar las entradas de la enciclopedia.

La desaparición de Encarta puso también en evidencia una de las características del software privativo que más puede afectar al usuario: cuando el negocio no es rentable las empresas abandonan esa línea de trabajo y, al no disponerse del código de las aplicaciones, no se puede dar continuidad al producto desde otra visión alternativa. Sin embargo, si en algún momento la comunidad que da soporte a una aplicación de software libre decae en su interés e implicación en el desarrollo y mantenimiento cualquiera puede retomar el testigo y continuar a partir del punto en que se paralizó ya que el acceso al código fuente nos permite revitalizar proyectos que han paralizado su desarrollo. Un ejemplo claro es eXelearning, desarrollado inicialmente con el apoyo de diversas instituciones de Nueva Zelanda pero que congeló su desarrollo y fue languideciendo hasta una presencia residual. En 2011 diversas instituciones españolas brindaron su apoyo y revitalizaron la aplicación continuando hasta el momento actual y convirtiéndola en una de las herramientas más exitosas para la generación de contenidos educativos.

Por último, aunque como ya he dicho no cuento con conocimientos técnicos, es preciso reconocer que algo tendrá el software libre que lo hace tecnológicamente superior cuando el 100% de los quinientos mayores superordenadores del mundo funcionan con sistemas Linux.