Cinco técnicas de teatro muy útiles para cualquier materia

«Hacer teatro» es una de las herramientas más completas, complejas y, sin embargo, agradecidas que puede hacer un docente. Muchas veces oímos a los profesores decir «yo hago mucho teatro en mi clase» o «nuestra profesión es puro teatro».

Es cierto, cada profesor o profesora tiene que exponerse a diario ante un público muy exigente, controlar sus emociones, mantener una postura idónea, adecuar la voz, concentrarse y conseguir la concentración de su público, crear un clima adecuado y transmitir un mensaje que llegue y sea duradero.

Para hacer todo esto y para conseguir que el público, que en muchos casos acude a la función obligado y sin motivación alguna, existen una serie de técnicas que podemos aplicar en clase para trabajar con nuestros alumnos y para mejorar, o al menos hacer más llevadero, nuestro trabajo. No se trata de «hacer teatro» con los alumnos, sino de aplicar técnicas del teatro en la clase. Técnicas, que en un futuro podrían conducirnos a la aventura de montar una pieza teatral, pero que desde el primer día contribuirán a crear un buen clima del aula, mejorar el rendimiento de los alumnos y generar dinámicas de cooperación

Relajación
La edad de nuestros alumnos, su revolución hormonal, los exámenes y otros elementos hacen que acudan al aula nerviosos y alterados. Nosotros mismos, acusamos el estrés muy a menudo.

Lo primero que hay que hacer para trabajar la relajación es crear un clima adecuado. Puede ayudarnos bajar un poco las persianas o la luz, no totalmente. Después pondremos una música relajante, chill-out, por ejemplo. En Youtube se puede buscar «música japonesa para relajación».

  • Decimos a los alumnos que se pongan lo más cómodos posible. Si hay espacio suficiente les indicaremos que se tumben y si no, permanecerán sentados pero de forma relajada y cerrando los ojos. Es importante que no tengan nada en el cuerpo que les oprima, por ejemplo unos cordones o un cinturón muy apretados, si es así les indicaremos que los aflojen.
  • A continuación, utilizando un tono de voz muy calmado y una entonación pausada, les indicaremos que se concentren en partes concretas de su cuerpo.
  • Se suele hacer de forma ascendente, comenzando por los dedos de los pies, tobillos, piernas, brazos, abdomen, pecho, espalda, cuello y cara. Porque en torno al cuello y la cabeza es donde se acumulan las tensiones.

El tiempo destinado a la relajación variará en función de las necesidades, normalmente, las primeras veces se necesita más tiempo, pero cuando ya se ha adquirido costumbre, con cinco minutos puede ser suficiente.

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Activación
En ocasiones, la actitud de los adolescentes es contraria a la que describíamos anteriormente. Están cansados, abúlicos, sin ganas de nada. Así también es muy difícil motivarlos para hacer cualquier actividad de aula. Si empleamos cinco minutos de la clase haciendo un ejercicio que los active, durante el resto de la hora trabajarán más y esto que en principio puede parecer una pérdida de tiempo, hará que mejoremos el rendimiento y aprovechemos más la sesión.

Para activar el cuerpo, y la mente, es conveniente que se pongan de pie y que tengan un espacio suficiente para moverse, si es posible que al extender los brazos no choquen con ningún compañero. Si no es posible porque lo hacemos dentro del aula, los pondremos en dos filas enfrentados y les propondremos el siguiente juego. Los dos compañeros que encabezan las filas, se harán preguntas de forma alterna y sin darse tregua, cada vez más a prisa. El primero que dude, titubee o se quede callado abandonará el primer puesto de su fila, yendo al final de la misma y dejando a otro compañero en su puesto.

No es necesario que las preguntas tengan ningún sentido ni orden alguno, pero podemos hacer una variante y proponerles que hagan preguntas sobre nuestra materia. No se responde a ninguna, sino que se contesta con otra pregunta lo más rápido posible.

Una vez que hayamos terminado el juego porque hayan pasado todos por el primer puesto, les indicaremos que se sienten y podemos comenzar la clase respondiendo a algunas de las cuestiones que se plantearon en el juego.

Concentración

Esta es la piedra angular de cualquier actividad de aprendizaje: conseguir que los alumnos se concentren en la tarea. Existen muchas técnicas para trabajar la concentración, que podemos aplicar simultáneamente en varias materias. Proponemos una que se base en listas de palabras.

  • Necesitamos un listado que los alumnos deban memorizar, por ejemplo la conjugación verbal, la tabla de multiplicar, los ríos de Europa, etc.
  • Colocamos a los alumnos en una fila de frente al profesor: todos deben haber memorizado la lista de contenidos completa aunque daremos a cada uno un puesto en la fila y una parte del texto memorizado. Iremos indicando a cada alumno que repita una parte, de forma alterna para que todos tengan que estar preparados porque no saben en qué orden les va a tocar ni qué parte de lo memorizado tendrán que decir.
  • En medio introduciremos palabras que no tengan relación con el texto memorizado, por ejemplo: dos por una dos, dos por dos cuatro, dos por tres seis, «manzana» dos por cuatro ocho, «manzana» dos por cinco diez, «manzana y silla» dos por seis doce, manzana y silla» dos por siete catorce, «manzana, silla y África» dos por ocho dieciséis…

Esta técnica se puede realizar inmediatamente después de alguna de las dos anteriores (relajación y activación) combinándolas, lo cual mejorará la atención del grupo.

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Memorización
Durante años hemos pasado de un estudio totalmente memorístico a otro que eliminaba completamente la memoria como recurso de aprendizaje. Todos sabemos que los extremos en uno u otro sentido son antipedagógicos. A pesar de que el alumno deba comprender los textos que lee, es necesario que memorice ciertas informaciones sin las cuales no podrá avanzar en el aprendizaje de las diferentes materias.

El teatro es una actividad que mejora la memoria de forma evidente. Un actor tiene que memorizar textos completos y decirlos ante el público sin ningún atisbo de duda. Existen varios trucos o técnicas para memorizar un texto, por ejemplo decir cada frase con una entonación diferente, poniendo distintas voces, acentos de otros países… Aquí vamos a exponer uno que es muy sencillo y dinámico. Se trata de lanzar texto:

  • Debemos partir el texto en tantos fragmentos como alumnos tengamos. Por ejemplo, si se trata de una relación como pueden ser los verbos irregulares o la tabla periódica de los elementos, podemos dividirlos en secuencias. Entregamos a cada alumno su fragmento o secuencia y les indicamos que se coloquen en círculo. El profesor también ha de estar en el círculo para iniciar el juego o para reajustarlo si vemos que cae en círculos viciosos.
  • Utilizaremos una pelota pequeña, de tenis por ejemplo. Un primer «lanzador» dirá su frase en forma de pregunta, el compañero que esté a su derecha le responderá con la suya propia y a continuación lo hará el compañero de la izquierda. La pregunta-pelota va a otro lanzador que dirá la suya a modo de pregunta y le contestarán los dos jugadores que tenga a derecha e izquierda. De nuevo será lanzada a un tercero.
  • Hay que hacerlo de la forma más rápida posible, de forma que tengamos que estar atentos a la entonación: pregunta si lanzo pelota o la recojo, respuesta si soy el compañero de al lado.
  • Cada vez que falle un concursante, se sentará en el suelo pero no abandonará el círculo sino que los participantes «con vida» habrán de hacer su juego de preguntas respuestas por encima de él. Se puede repetir tantas veces como se quiera, cambiando el orden de los fragmentos para que todos aprendan todo. Cuando queden sólo dos jugadores habrá terminado el juego.

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Vocalización
Es muy común en nuestros alumnos y en los adolescentes en general, la tendencia a vocalizar lo mínimo posible haciendo que apenas sean entendibles sus discursos. Si conseguimos que mejoren la vocalización, su expresión oral habrá ganado bastante. En teatro existen muchas técnicas que nos ayudan a que los alumnos mejoren en este aspecto, esencial para su vida académica, sus relaciones personales e incluso, su futuro profesional:

  • Es muy conocida la de ponerse un lápiz atravesado en la boca e intentar hablar con él.
  • Otra que da bastante buen resultado es la del «espejo». Una pareja de alumnos se sitúa frente al mismo espejo. Ambos tienen que hablar sin emitir sonidos, de forma que el compañero entienda lo que el otro le quiere decir sólo leyendo sus labios, el espejo sirve para que cada alumno compruebe su propia vocalización.
  • Un ejercicio bastante divertido es el del barullo. Consiste en poner a los alumnos en dos filas enfrentados por parejas. En cada pareja habrá un emisor y un receptor (podemos cambiarlos y hacer dos turnos, primero hablarán los de un lado y cuando acabemos los de enfrente), cada emisor deberá contar a su receptor una historia que se invente. Todos los receptores hablarán a la vez y nosotros iremos indicando que se vayan separando cada vez más, de forma que al final, en medio de un barullo de voces, cada receptor deba interpretar lo que su pareja le ha dicho basándose en los movimientos de sus labios. Una vez acabado el ejercicio preguntaremos qué ha entendido cada uno, suelen aparecer interpretaciones bastante curiosas.

El teatro es siempre un juego, pero un juego que hay que tomarse muy en serio, si utilizamos sus técnicas mejoraremos la relación de nuestros alumnos entre sí, con nosotros y con su trabajo en general.
¡Mucho ánimo y mucha mierda!

AutoraPepa Pinar Matos. Profesora de Lengua y Literatura en el IES «Enrique Díez Canedo» y responsable del grupo de teatro escolar Molamanta Teatro.

Imágenes de ilustración cedidas por los alumnos del grupo Molamanta (IES «Enrique Díez Canedo») para este artículo.

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