¿Puede la escuela, como comunidad que aprende, responder al reto del aprendizaje mixto?

 

Desde que nos confinamos, la actividad educativa en los centros escolares se ha mantenido, primero respondiendo con urgencia (y muchas horas de dedicación) y posteriormente adaptando las prácticas a cada nuevo escenario que se nos ha ido presentando. Poco antes de iniciar mayo, la asesoría de infantil y primaria de nuestro berritzegune (centro de apoyo y recursos del profesorado del País Vasco) organizó unas sesiones de intercambio docente convocando, por niveles educativos, a todo el profesorado de los centros públicos de Infantil- Primaria de la zona.

Nuestro objetivo principal era intercambiar buenas prácticas y recoger necesidades con las que diseñar nuestra respuesta. También deseábamos animar la reflexión (fuera de lo que nos absorbe el día a día de trabajo con el alumnado) sobre la manera de finalizar este curso y sugerir acciones para el comienzo del próximo.

Una vez realizada la reflexión y el análisis conjunto de cada sesión, y considerando las aportaciones recibidas, concluimos que es más urgente que nunca que el centro escolar, como institución, de una respuesta respaldada desde los acuerdos como centro. Cada equipo directivo conoce las fortalezas y debilidades de su comunidad educativa y, junto con la comisión pedagógica y el responsable TIC, puede liderar las actuaciones óptimas y organizar los recursos disponibles (humanos y materiales) para que todos los miembros de su comunidad educativa estén conectados y se pueda garantizar así su aprendizaje.

 

Tras la confusión inicial, la ayuda y apoyo mutuo han posibilitado que la escuela haya seguido ofreciendo sus servicios y que el alumnado haya podido estar en contacto con el profesorado y sus compañeros (de manera muy desigual, eso sí). Sin ese esfuerzo ímprobo así como el trabajo de los equipos directivos y responsables TICs de los centros, esto no habría sido posible.

Sin embargo, en este último mes del curso, conviene poner la mirada y adelantar la planificación del curso 2020-2021. Para ello, podemos reflexionar sobre cómo nos hemos organizado, sobre cómo ha influído la información y el conocimiento dentro de la institución escolar, sobre las carencias formativas en competencia digital de toda la comunidad educativa … En definitiva, sobre en qué posición está cada escuela respecto a ser una organización que aprende (Bolivar 2000). Es decir, no debemos conformarnos con las soluciones de urgencia que se han utilizado hasta ahora, sino que debemos ser previsores, apoyándonos en lo hasta ahora aprendido, planificando una respuesta institucional que haga crecer a la escuela convirtiéndose en un “nodo” de aprendizaje.

No debemos conformarnos con las soluciones de urgencia que se han utilizado hasta ahora, sino que debemos ser previsores, apoyándonos en lo hasta ahora aprendido, planificando una respuesta institucional que haga crecer a la escuela convirtiéndose en un “nodo” de aprendizaje

 

Pensamos que es urgente este primer análisis y una toma de decisiones para que en setiembre nuestra organización (escuela) esté preparada para gestionar una posible situación de aprendizaje mixto. Aunque la situación no obligue a un confinamiento, la comunidad educativa debe estar preparada para responder de manera más adecuada a probables situaciones de incertidumbre que viviremos. Eso exige flexibilidad, planteamientos creativos, adaptabilidad, participación y aprendizaje permanente de toda la comunidad educativa.

En esta línea, hemos ofrecido a los equipos directivos una herramienta para la reflexión y la toma de decisiones sobre el papel que la escuela cumple como institución y en la que todos los agentes implicados aprenden. La sociedad es incierta (Sociedad de la incertidumbre, Bauman, 2007) y la escuela debería ayudar a sus miembros a vivir sin certezas. Sin embargo, las personas tendemos a mantenernos en situaciones que sentimos como seguras. Quizá, por eso, la estructura escolar, a veces, se muestra rígida y con dificultades para salir de su zona de confort.

Responder al cambio exige pensar de otra manera, organizar nuestro trabajo con más flexibilidad y generar conocimiento continuamente. Por este motivo y para reflexionar sobre ello, se han seleccionado tres ámbitos de análisis: comunicación, recursos y formación. Cada uno de ellos contiene los indicadores de evaluación que describen cada uno de los tres niveles de desarrollo, contextualizados según el análisis realizado. El centro educativo se situará en cada uno de ellos y visualizará el siguiente nivel de consecución, para tomar las decisiones ajustadas a su realidad.

Esta rúbrica no contiene todos los elementos posibles de análisis. De hecho, no incluye el nivel de concreción del aula puesto que se ha priorizado la propia institución ya que es la que marca y lidera la línea de actuación para todos los agentes de la comunidad educativa.

En el site de Eskola Mistoa encontraréis la rúbrica realizada. Podemos acceder al el enlace a la web traducida en el siguiente link.

Referencias
  1. Los centros educativos como organizaciones que aprenden: una mirada crítica.Antonio Bolivar, (2000:34)
  2. Activos de aprendizaje. Fernando trujillo, 2018
  3. MOOC organizaciones educativas digitalmente competentes. INTEF,(1ª edición: 2017)
  4. ¿Tiene sentido hablar del PLE de una organización? Carlos Magro, 2014
  5. Tiempos líquidos, vivir en una época de incertidumbre Zygmunt Bauman (2007)