La metacognición en el diseño de situaciones de aprendizaje

 

La metacognición, o la capacidad de reflexionar sobre nuestro propio proceso de pensamiento y aprendizaje, juega un papel crucial en la adquisición de conocimiento y habilidades. Sus componentes clave son:

  • Conciencia Metacognitiva: Implica tener un conocimiento sobre los propios procesos cognitivos y de las propias fortalezas y debilidades en el proceso de aprendizaje. Esto incluye la capacidad de reconocer y comprender cómo uno piensa, comprende, recuerda y resuelve problemas.
  • Autorregulación del Aprendizaje: Implica el control activo y consciente de los procesos de aprendizaje. Incluye la capacidad de planificar estratégicamente el aprendizaje, establecer metas de aprendizaje claras, seleccionar y aplicar eficazmente diferentes estrategias de aprendizaje, monitorear el progreso hacia esas metas y ajustar las estrategias según sea necesario.
  • Evaluación Metacognitiva: Implica la capacidad de evaluar y ajustar las propias estrategias de aprendizaje. Incluye la capacidad de reflexionar sobre la efectividad de las estrategias utilizadas, identificar qué estrategias funcionaron bien y cuáles no, y realizar ajustes en función de esta evaluación. La evaluación metacognitiva también implica tener un sentido de autorreflexión y autocrítica constructiva.

El docente, al incorporar los componentes de la metacognición en el diseño de experiencias de aprendizaje, promueve una serie de beneficios significativos, entre los que destacan:

 

 

  • Desarrollo de habilidades de autorregulación: La metacognición permite que los estudiantes desarrollen habilidades para monitorear, controlar y regular su propio proceso de aprendizaje. Esto incluye la capacidad de establecer metas, planificar estrategias, evaluar el progreso y hacer ajustes según sea necesario.
  • Promoción del pensamiento crítico: Al reflexionar sobre su propio pensamiento y aprendizaje, los estudiantes pueden desarrollar un mayor sentido de conciencia sobre cómo abordan los problemas y cómo pueden mejorar sus enfoques. Esto promueve el pensamiento crítico y la capacidad de cuestionar y analizar información de manera más profunda.
  • Mejora de la comprensión y retención: Al ser conscientes de sus procesos de aprendizaje, los estudiantes pueden identificar qué estrategias son más efectivas para ellos y cuáles no lo son. Esto puede conducir a una comprensión más profunda de los conceptos y a una retención más duradera.
  • Fomento de la autonomía: La metacognición capacita a los estudiantes para tomar un papel más activo en su propio aprendizaje. Al comprender cómo aprenden mejor y qué estrategias funcionan para ellos, pueden tomar decisiones más informadas sobre cómo abordar nuevas tareas y desafíos.
  • Ayuda a la transferencia de conocimiento: Al reflexionar sobre sus experiencias de aprendizaje, los estudiantes pueden identificar conexiones entre diferentes áreas de conocimiento y aplicar estrategias exitosas de un contexto a otro. Esto facilita la transferencia de habilidades y conocimientos a nuevas situaciones.
  • Reducción de la ansiedad y el estrés: Al ser conscientes de sus propios procesos de aprendizaje y tener estrategias efectivas para abordar las tareas, los estudiantes pueden experimentar una reducción en la ansiedad y el estrés asociados con el aprendizaje.

Podemos afirmar, entonces, que la incorporación de procesos metacognitivos proporcionan beneficios significativos en la autorregulación, la autoevaluación y la mejora continua del proceso de aprendizaje del alumnado a la vez que les aporta herramientas para que se conviertan en aprendices más efectivos, críticos y autónomos y, a conseguir por tanto, un mayor éxito académico y personal.

Pero, ¿cómo puede intervenir el docente y ayudar a su alumnado a realizar los procesos internos necesarios para esta reflexión?

  • Facilitando modelos de pensamiento. Es decir, debe saber explicitar a su alumnado lo que él hace para aprender. El profesorado más eficaz es consciente de su experiencia y sabe revelar sus habilidades.
  • Reservando momentos en sus diseños para facilitar esa reflexión.
  • Mostrando una actitud metacognitiva respecto a su propio trabajo.

En este sentido, puede resultar de ayuda el apartado «Docente. Diseñador de experiencias de aprendizaje» de la guía Orientaciones para la elaboración de experiencias de aprendizaje, apartado tareas (del docente).

Tal y como se desglosan las tareas que debe realizar un docente, se infiere un ciclo de trabajo que implica una planificación (antes), una regulación (durante) y una evaluación (después) de su propio quehacer educativo. Esto le permite realizar ajustes o modificaciones oportunas y adecuadas en las metodologías elegidas, en cómo evalúa o en cómo reflexiona sobre los resultados y sobre su propia actuación.

Así mismo, es necesario que nuestros diseños de situaciones de aprendizaje promuevan un aprendizaje profundo y autorregulado. Para ello es imprescindible considerar al alumnado como un agente activo más que pasivo, como un “aprendiz” al que guiamos para que sea cada vez más consciente de sus aprendizajes, de cómo aprende, etc.

Algunas herramientas y modelos para trabajar la metacognición

Sabemos que a ser metacognitivo se aprende y que por tanto se puede enseñar, pero esta enseñanza no debe de realizarse solamente en situaciones esporádicas sino que ha de hacerse de manera sistemática y bien planificada.

Hay varias herramientas y modelos que se pueden utilizar para trabajar la metacognición y la autorregulación en el aula. Aquí hay algunos ejemplos:

 

 

  • Diario de reflexión: Los estudiantes pueden mantener un diario de reflexión en el que registren sus pensamientos, sentimientos y experiencias relacionadas con su aprendizaje. Pueden reflexionar sobre lo que están aprendiendo, cómo están abordando los desafíos y qué estrategias están utilizando. El diario de reflexión les permite monitorear su propio progreso y tomar conciencia de sus procesos de pensamiento.
  • Rúbricas de autoevaluación: Las rúbricas de autoevaluación son herramientas que proporcionan criterios claros y objetivos para evaluar el desempeño de los estudiantes en una tarea específica. Al revisar una rúbrica de autoevaluación, los estudiantes pueden reflexionar sobre su propio trabajo y evaluar su nivel de competencia en diferentes áreas. Esto les ayuda a identificar sus fortalezas y áreas de mejora, lo que contribuye a desarrollar procesos metacognitivos y de autorregulación.
  • Modelo de autorregulación, motivación y cognición: Los estudiantes aprenden a identificar y regular sus emociones relacionadas con el aprendizaje, a monitorear y controlar sus procesos de pensamiento, y a utilizar estrategias efectivas para alcanzar sus metas de aprendizaje. Introducir en la enseñanza estrategias motivacionales que favorecen la autorregulación emocional y las contribuye a que el alumno se sienta competente, eficaz, que posee el control sobre las propias acciones y desarrolle la autonomía y autodeterminación y sentimientos de pertenencia y conexión afectiva, entre otros.
  • Técnica de pensamiento en voz alta: Esta técnica implica que los estudiantes verbalizan sus procesos de pensamiento mientras realizan una tarea. Al expresar en voz alta lo que están pensando y por qué están tomando ciertas decisiones, los estudiantes pueden volverse más conscientes de sus estrategias de pensamiento y aprender a regular su propio aprendizaje de manera más efectiva.
  • Entrenamiento en estrategias de aprendizaje: Este enfoque implica enseñar a los estudiantes una variedad de estrategias de aprendizaje, como la elaboración, la organización, la autoevaluación y la revisión. Los estudiantes aprenden a identificar cuándo y cómo aplicar estas estrategias en diferentes contextos de aprendizaje, lo que promueve la metacognición y la autorregulación.
  • Modelo de planificación, monitoreo y evaluación: Este modelo se basa en tres etapas clave del proceso de autorregulación: planificación, ejecución/monitoreo y reflexión/evaluación. Los estudiantes aprenden a establecer metas de aprendizaje claras, a monitorear su progreso hacia esas metas y a evaluar su propio desempeño. Este enfoque les permite a los estudiantes desarrollar habilidades de autorregulación y metacognición a lo largo del tiempo.

¿Cómo introducir estrategias metacognitivas a lo largo de una experiencia de aprendizaje?

Este último modelo mencionado, el de planificación, monitoreo y evaluación con sus tres fases encaja con las que habitualmente se incluyen en el diseño de una experiencia de aprendizaje (fase inicial, de desarrollo y final) ya que éstas toman en consideración los necesarios procesos cognitivos y metacognitivos que debe llevar a cabo el alumnado. Consultar el cuadro del apartado organización de las tareas y finalidades.

Planificación

En esta fase se trata de ir aprendiendo a planificar, es decir, que vayan desarrollando esa capacidad a la vez que vayan siendo capaces de valorar la idoneidad del proceso que anticipan para realizar una tarea (Sanmartí, 2020).

El docente enseña a partir del propio modelo pero cada alumno debe construir el suyo a partir de las estrategias que se les facilita y de la elección de las más idóneas de entre las que se ofertan. Es decir, primero se muestran modelos o los realiza el docente. Posteriormente, hay que darles tiempo para que los vayan elaborando de manera más autónoma. Es de gran ayuda aportarles, a modo de guía, y no solamente en esta fase sino en las otras también, los pasos a seguir para realizar la tarea así como listas de control para su posterior revisión.

Se trata, en definitiva, de desarrollar la capacidad del alumnado para pensar y planificar antes de actuar. En este sentido el uso de las rutinas y destrezas de pensamiento estimulan la capacidad de pensar con el uso de organizadores gráficos que animan al alumnado a expresar su pensamiento. Los mapas de pensamiento comentados en el apartado Visual Thinking de las Orientaciones para la elaboración de experiencias de aprendizaje son también recursos de gran ayuda.

Estrategias

  • Tomar conciencia de lo que saben (conocimientos previos). Las rutinas para explorar nuevos temas como 3,2,1 Puente y KWL o el cuestionario KPSI ayudan a ser conscientes de los conocimientos que poseen sobre el tema a tratar.
  • Aprender a organizarse. El docente debe enseñar explícitamente esta habilidad utilizando para ello organizadores gráficos (canva con las tareas, plazos, lecturas y materiales necesarios, etc.) y planificando tareas específicas (ejemplos en Taller de aprendizaje de Anijovich y López).
  • Entender la consigna de la tarea. A veces el fracaso en la tarea se debe a la interpretación que hace cada persona de la misma. Como ayuda para su comprensión se pueden utilizar preguntas que se contestan individualmente, como: ¿Qué tengo que hacer?, ¿con quién?, ¿para cuándo?, ¿con qué recursos? Posteriormente, en equipos pequeños, se comentan las respuestas y, el docente, en gran grupo, aclara las posibles dudas.
  • Avanzar las estrategias que se van a utilizar. Tras la consigna se puede entregar y comentar la rúbrica que se utilizará para la realización de la tarea y se reflexiona sobre:
    • Algo que creen que será sencillo de resolver en ese trabajo.
    • Algo que creen que puede resultar más desafiante.
    • Algo que les gusta de la propuesta.
    • Algo que les preocupa.
    • La estrategia que piensan utilizar.

El trabajo sistemático con estas u otras estrategias favorece que los planes de acción que se elaboran sean cada vez más efectivos y también ayuda a reconocerse como aprendices y mejorar en habilidades de autorregulación.

Ejecución

En esta fase se monitoriza el proceso, sistematizando autopreguntas como: ¿voy bien?, ¿qué me falta?, ¿qué he resuelto ya y qué no?, ¿qué haré si hay algo que me resulta muy difícil?, ¿me servirá la estrategia que ya usé?, etc.

En cualquier caso, esta autoevaluación implica la apropiación de los criterios de evaluación dados a conocer al alumnado. Implica también considerar los criterios de realización de la tarea (¿cómo tengo que realizar la tarea?) y los de la calidad de la misma (¿cómo sé que lo estoy realizando bien?).

Estas tareas que implican la autoevaluación constante deben ser planificadas. Para ello, se puede crear y ofrecer tanto a nivel individual como de grupo, una batería de preguntas de reflexión sobre las tareas a realizar a lo largo de la experiencia de aprendizaje. En el libro Enseñar Distinto (Furman, 2022, pag.230-234) se ofrecen varios ejemplos como Autoevaluación grupal, Autoevaluación individual y ¿Qué hacer cuando me trabo?.

Reflexión

En esta última fase se trata de tomar conciencia del aprendizaje realizado en la tarea y de evaluar cómo se realizó respecto a lo que se deseaba aprender.

El alumnado puede contestar a las siguientes preguntas: ¿He aprendido lo que quería aprender?¿Cómo cambiaron mis ideas y mis habilidades comparándolas con el inicio de la experiencia?, etc.

También es necesario revisar la idoneidad de las estrategias utilizadas, es decir, identificar cuáles sirvieron, cuáles se utilizaron cuando no se sabía cómo seguir, qué se haría distinto y por qué, etc. Esta fase es clave para poder realizar la transferencia de lo aprendido. Para ello se utilizan diferentes herramientas, por ejemplo:

Para hacer visible lo aprendido:

  • 3 hechos que aprendí, 2 preguntas que tengo todavía y 1 opinión
  • Conectar (lo aprendido con lo que ya se sabía o pensaba antes). Extender (cómo amplía lo que ya sabía) y Desafiar (nuevos retos que plantea)

Para tomar conciencia de lo aprendido

  • Tarjetas de salida
  • Diario de aprendizaje
  • Escalera de la metacognición

Para la autoevaluación

  • El semáforo
  • Mapa conceptual
  • ¿Qué salió bien y que se puede mejorar?

La presencia de la metacognición en los REA del Proyecto EDIA

Desglosamos en este apartado algunos ejemplos de tareas y herramientas para la metacognición mencionadas en el anterior apartado que podemos encontrar en los REA del Proyecto EDIA y en los que se utilizan herramientas e instrumentos para desarrollar la reflexión y la autorregulación.

Están organizadas según las diferentes fases de una experiencia de aprendizaje en las que han sido originariamente utilizadas aunque puede algunas pueden aplicarse en más de una fase.

En las tareas iniciales

Tomar conciencia de lo que saben (conocimientos previos)

Aprender a organizarse

En las tareas de desarrollo

Autoevaluación

Reflexión sobre las tareas. Diario de aprendizaje.

En las tareas finales

Co y autoevaluación

En conclusión, la metacognición es una herramienta poderosa que puede transformar la experiencia de aprendizaje en el aula. Al fomentar la conciencia metacognitiva, la autorregulación del aprendizaje y la evaluación metacognitiva, los educadores preparan al alumnado para alcanzar el éxito en la vida. Enseñar habilidades metacognitivas les ayuda en situaciones más allá del aula y puede beneficiarlos en su futuro académico y en su desarrollo personal. Al integrar la metacognición en la enseñanza y en el diseño de experiencias de aprendizaje, los educadores empoderan a los estudiantes para que se conviertan en aprendices más conscientes, autónomos y efectivos.

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