La Avanzadilla. Periodismo escolar digital en Secundaria

«Extra, extra, el Romanticismo ya llegó». Este es el título del primer número del periódico digital «La Avandilla». Esta propuesta metodológica se basa en el diseño de un proyecto que se desarrolla durante un trimestre y que culmina con la publicación del periódico escolar.

El periódico es editado por los alumnos del Ámbito Sociolingüístico (los birlochas)* del IES «Poeta Sánchez Bautista». Esta publicación escolar es un modelo de trabajo por proyectos para el aula cuyo desarrollo puede seguirse a través del Blog «Birlochas al viento», de María José Botella. María José y sus alumnos se encuentran ya embarcados en la edición del segundo número de «La Avanzadilla».

El proyecto del periódico digital «La Avanzadilla» surgió en un rincón de la huerta murciana, Llano de Brujas, dentro de una clase de Diversificación. A lo largo del primer número tratamos de navegar por el proceloso siglo XIX (Revolución Francesa y revoluciones románticas sobre todo) desde el Ámbito Sociolingüístico, intentando integrar de forma coherente y cohesionada historia, literatura, artes, geografía y lengua.

Hasta aquí, todo muy acorde al currículo correspondiente a este nivel y programa. A partir de aquí, mis alumnos y una profe observándonos mutuamente con curiosidad y escepticismo, para qué lo vamos a negar. Nadie más nos acompañaba.

Un grupo muy especial

Desde el punto de vista de la didáctica, había algo fundamental que me permitió trabajar con muchísima libertad: las características intrínsecas del ámbito que imparto, en el que la interdisciplinariedad ya me venía dada. Además, al ser tutora del grupo de diversificación, contaba con algunas horas más como la denominada Seguimiento de tareas que hemos utilizado casi siempre como una hora más de trabajo.

Me fui dando cuenta de que tras una hora de clase, a veces tenía hasta tres horas con el grupo en el mismo día. Tocaba el timbre, empezaba otra hora más y sin embargo todo seguía. No había rupturas ni temporales ni de contenidos. ¿En qué tiempo estábamos? ¿En clase de Lengua? ¿Acaso de Literatura? ¿Quizás de Historia? ¿Dónde guardábamos lo trabajado? ¿En la carpeta de Lengua de nuevo? ¿En qué apartado del ámbito se archivaba lo que habíamos hecho? ¿Un reportaje sobre María Antonieta, por ejemplo, era más Lengua o más Historia? Comprobé que no tenía sentido compartimentar y dejé que todo fluyera porque en realidad todo era un continuum. Fui notando con sorpresa que nuestras clases eran cada vez más líquidas.

Herramientas tecnológicas libres y gratuitas

Dentro de este apartado dedicado a la didáctica he de añadir que hemos trabajado con algunas herramientas TIC, siempre las de uso libre y gratuito, intentando reflexionar antes el porqué de su inclusión en una secuencia didáctica. Es decir, tener clara cuál era la intención de su utilización a la hora de manejarlas en ciertas tareas: entorno Google, Audacity, Ivoox, PhotoPeach, SymbalooEDU, Storybird, Fotobabble, Tagxedo, Timetoast y no muchas más, la verdad.

Los medios informáticos en mi centro son muy escasos: tenemos el Aula Plumier una hora a la semana (a veces, gracias a un compañero del PCPI nos sale una hora más). El resto del tiempo estamos en nuestra aula de referencia con el pc de la profe y un cañón de luz. Y sí, la conectividad va y viene, pero ahí está la tecnología 3G sacándonos de apuros en bastantes ocasiones.

Un aspecto muy positivo que me gustaría destacar es que el trabajo en equipos de 3 o 4 personas fuera del horario escolar lo hemos podido desarrollar gracias a poder compartir en líneadocumentos varios. Dadas las características de los lugares donde viven mis birlochas (casas de huerta aisladas y diseminadas en carriles, pequeños núcleos de población o pedanías sin transporte público, centros de acogida de menores con horarios muy estrictos) era prácticamente imposible que se pudieran reunir en un espacio común por las tardes. Fue un gran descubrimiento para todos comprobar que podíamos seguir conectados y trabajar juntos cada uno desde su casa.

Los alumnos como punto de partida

Antes de continuar un poco más allá y ante el peligro de que se me olvide, tengo que decir que fueron muy importantes las asambleas diarias que desarrollamos en septiembre sobre todo. Muy 1.0, pero muy fructíferas, al menos para mí. En ellas nos dedicamos fundamentalmente a conocernos, a entender cómo queríamos relacionarnos y a empezar a expresar nuestros intereses a partir de lo que se suponía que teníamos que ver según la programación a lo largo de todo el curso. Estos coloquios, a veces puras tormentas de ideas bastante caóticas, se convirtieron en una guía fundamental para mí, ya que de alguna forma mis alumnos me estaban dando numerosas pistas para ver qué caminos podíamos quizás transitar todos juntos y conectados en un proyecto común.

Al ir conociendo el perfil de mis alumnos y sus intereses (interesados en batallas, revueltas, tipos de armas, comidas y deportes, situación de la mujer en la época etc), vi claro que nos centraríamos durante el primer tramo del curso en el siglo XIX más romántico. Había también una cuestión que casi todos planteaban y que les provocaba cierta curiosidad: ¿cómo vivían las personas en aquella época?

Reflexión de la profe: ¿cómo podríamos unir aspectos tan diferentes en un todo con sentido? Quizás la elaboración de un periódico de época nos podría permitir esto…y más. Además, se habían manifestado guerreros, apasionados, rebeldes, desordenados, despistados, inquietos, anárquicos, dinámicos, antisistema, vulnerables. Tenía en clase un Sturm und Drang y no pequeño. Tocaba explotarlo. Empezaba a cuajar el primer proyecto del curso: ¡Extra, extra, el Romanticismo ya llegó!

El diseño del proyecto

Desde el primer momento, intenté transmitirles con claridad hacia dónde nos llevaba ese viaje: la redacción y edición de un periódico de época al que ellos mismos pusieron nombre tras elegir entre diferentes propuestas planteadas por el grupo. De aquí surgió La Avanzadilla, título con el que reconoceríamos nuestra publicación para el resto del curso académico, ya que la idea era continuar trabajando distintos procesos de lectoescritura a partir del conocimiento de los diferentes géneros periodísticos, estructura y funcionamiento interno de un periódico, aplicando todo ello a distintos períodos históricos. Por otro lado, la historia se iba a convertir en el mejor argumento con el que practicar la expresión oral y escrita.

Quise que quedaran claras desde el principio las líneas básicas de este primer proyecto: qué íbamos a hacer, cómo lo íbamos a conseguir, cuánto tiempo necesitaríamos, por qué lo hacíamos así y para qué serviría nuestro trabajo. Una visión global y con actuaciones ya explicitadas en la medida de lo posible sobre lo que íbamos a construir entre todos les ayudó a entender mejor todo el proceso.

Después, es cierto que tuve que ir añadiendo, quitando, complementando cuestiones en función de la dinámica que se iba generando durante las clases. Por ejemplo, mostraban un interés especial por expresar emociones en ciertos textos más personales de creación literaria, pero se sentían muy inseguros y con un léxico muy reducido para escribir o contar lo que querían.

En este punto, paré y pensé que las artes (pintura, cine, música) apoyadas en un glosario de vocabulario emocional les ayudarían a plasmar eso que necesitaban expresar. Por eso, las añadí al proyecto antes de continuar mediante la lectura en clase de ciertas leyendas de Bécquer. De aquí surgieron tareas como Primeras emociones románticas (I) y (II) o Érase una vez un lago, algunas de las cuales formarían parte después de los contenidos de la Sección Cultura de nuestro periódico decimonónico. Siempre La Avanzadilla en el horizonte, siempre. Es lo que daba sentido a todo nuestro trabajo.

Un blog como apoyo y escaparate

Al mismo tiempo, el blog de clase, Birlochas al viento, se fue convirtiendo en el escaparate en el que ir mostrando los pequeños logros que conformarían después, organizados y convenientemente editados, los contenidos de las distintas secciones del periódico. También era una forma de calmar la impaciencia de mis reporteros al ver sus microtareas publicadas en la Red y comentadas en algunos casos incluso por gente ajena al grupo. Ya teníamos, por ejemplo, una crónica y una entrevista sobre la Revolución Francesa, textos que trabajaron a partir de unos vídeos con preguntas dirigidas que transformaron después en estos dos géneros periodísticos, ayudándose de conectores varios y aprendiendo a usar estos para cohesionar sus producciones y hacerlas más coherentes. La Avanzadilla iba tomando cuerpo pasito a paso.

El proyecto se alargó un mes más de lo previsto, ocupando casi todo enero en lo que se refiere al momento de edición de la publicación. Fue durante todo este mes cuando se organizaron como equipos de trabajo; agrupándose libremente, eligiendo a su jefe o jefa de sección y eligiendo también el apartado en el que iban a trabajar. Lo hice así porque pensé que sería más motivador para ellos juntarse con los compañeros con los que tenían más afinidad, amistad, complicidad etc.

En general, resultó eficaz, como ellos mismos evaluaron. Sólo hubo dos casos en los que no se manifestaron contentos por haber tenido que “cargar” con el trabajo de algún compañero (Pedro revisa el trabajo individual y en equipo en este momento concreto). Confieso también que disfruté mucho observando cómo algunas de mis cometas se enfadaban, presionaban e intentaban organizar a los más despistados. En cualquier caso, la cuestión de los agrupamientos es algo que tengo que repensar para el próximo número.

A continuación y en lo que respecta a nuestro primer gran objetivo, por fin vio la luz nuestra publicación periódica en Calaméo y en el blog de las birlochas: ¡Extra, extra, La Avanzadilla ya está aquí!

*Birlochas es es un murcianismo muy de la huerta, significa «cometas», y se refiere a las de toda la vida, a las que se hacían con papel y trapos escasos medios.